COOPERAR PERÚ
Hablar de un voluntariado no es fácil. Gestionar todas las emociones y sensaciones es un trabajo bastante complicado en el cual sigo trabajando. Cuando decides formar parte de un proyecto de cooperación, además de apretar la tripa para que no se escapen las mariposas que producen ese cosquilleo tan lleno de ilusión, hay estar concienciado de que en un mes es complicado cambiar el mundo (aunque pongas todos tus esfuerzos) y entrenarse para aceptar costumbres de una cultura que para nada se acerca a las tuyas.
Lo más importante es elegir un lugar, buscar una ONG sin intermediarios de por medio y preparar gastos de traslado y manutención (al menos con la que me fui yo no lo cubría). Cuidado con aquellas ONG que piden dinero por participar en su proyecto, hay una gran cantidad por las redes; huelen a timo o en su defecto a falta de “sin ánimo de lucro”. Aunque esto depende de cada uno.
Mi experiencia en Cooperar Perú fue fascinante, desafiante, energética y cargada de emociones fuertes, fuertes en todos los sentidos. Esta ONG está a cargo de la coordinación de su creador, Edu, un chico peruano de 27 años que dedicó sus esfuerzos para crear este precioso proyecto. En él se promueve una educación a los niños de la comunidad de Tancarpata basada en sus valores, en costumbres andinas, desarrollo personal y en la creatividad (entre otras cosas).
Tancarpata, ‘subida de espigas’ en quechua, es una de las muchas comunidades que rodean a la ciudad turística de Cusco. Me apuesto a que solo un 10 por ciento de los turistas que pasan por Valle Sagrado son conscientes de la inmensa población pobre que rodea a esta ciudad. Tancarpata aún carece de instituciones necesarias. Los niñ@s rondan las calles a cualquier hora del día impregnados en el molesto polvo que vuela libremente por las calles sin asfaltar. Muchos van a la escuela, otros tantos trabajan en el negocio familiar. Es un mundo diferente en el que prima el trabajo y escasea el valor de la enseñanza reglada, en el que la educación es su arma menos usada y la mujer está poco valorada. Vivir ahí cubre muy pocas de las necesidades básicas que dictan los Derechos Humanos. Aún recuerdo las tardes a oscuras acompañando a los niños y niñas a sus casas, algunas a más de 15 minutos andando, en un lugar donde predomina el alcoholismo, el abuso y el maltrato. ¿Y si no existiera Cooperar Perú? En ese caso muchos de los niños que asisten empezarían a comprender este mundo de una forma injusta.
Una vez organizado el trabajo cada martes de todas las semanas, los voluntarios arrancábamos en búsqueda de un taxi que nos subiese a lo alto de Tancarpata por un precio razonable, habitualmente 6 o 7 soles; muchas veces parecía que hacíamos autoestop. Ubicado cada responsable en su función, comienzan los niños a llegar. Uno de los momentos más emotivos es cuando tras el polvo que deja el coche se escuchan voces de niños, con sus sombreros y mejillas cuarteadas, que corren tras tu taxi llenos de alegría.
Cumplidas las normas de higiene a la entrada de la asociación (lavarse la cara y las manos, cepillarse los dientes, limpiarse los oídos y echarse crema en las manos y mejillas), los niños pueden acceder a la entrada principal. Mientras los mayores utilizan las computadoras o participan en juegos comunes relacionados con el tema de la semana, los pequeños pueden jugar en la ludoteca (¡tiene juguetes!) y los estudiantes tienen la “opción obligatoria” de realizar sus tareas para el colegio (pensad que carecen de muchos materiales en sus casas). Antes de merendar, y tras las actividades propiamente dichas, se realiza una actividad común del tema de la semana en la que se trabaja: creatividad, trabajo en equipo, valores y cultura. La finalidad no es el aprendizaje académico, al contrario; es ofrecer una salida educativa y enriquecedora manteniendo sus costumbres y cultura; por supuesto, evitando el fracaso y abandono escolar. El trabajo con las familias es complicado, poco a poco se van viendo resultados y así seguirá, estoy convencida.
Otra de las necesidades más ‘necesariamente necesaria’ es la sanidad. Partiendo de la base que lo único parecido a un puesto médico en Tancarpata es la estantería llena de medicamentos que traen los voluntarios como donaciones a Cooperar Perú, se hace fuerte la lucha por solucionarlo.
Durante el mes de julio se apostó por mejorar la infraestructura de la asociación: construir estanterías, poner barandillas en las escaleras, arreglar el teatro, etc. El trabajo con niños no sólo se basa en la organización de actividades lúdico-educativas, si no también en mejorar todo el ambiente que les rodea. La importancia de la higiene, por ejemplo, es una de las grandes preocupaciones que se plantean.
El primer contacto con los niños es complicado. Puedo decir que incluso sentí cierto rechazo por su parte. En seguida lo entiendes y enseguida fluye el cariño. Una de las cosas que más me gustó fue la sensación de haber aprendido de ellos y el haber creado lazos afectivos, pues te facilita tu tarea como voluntario. También entra en juego el pensar “¿qué va a ser de ellos?, ¿les volveré a ver?” ‘Oh, dulce mundo, cuántas cosas buenas nos das y cuántas incertidumbres.’ Están en buenas manos, eso seguro. Sin lugar a dudas, lo mejor que me llevo es la valentía de Hilda, el liderazgo de Araceli, la picardía de Clemente, la insaciabilidad de Lurdes, el desparpajo de Saray, la imaginación de Ariana, la enorme alegría contagiosa de Luana, la responsabilidad de Kaori y la energía de los todos los peques (Yosel, Luciano, Paolo…). Algún día volveremos a vernos.
Íbamos 4 voluntarios a acompañar a tres niñas a sus casas. Era de noche. No había farolas. Ni calles. Pero sí arena y pequeños montes. De repente, mientras compartíamos una conversación interesante con las peques, aparecieron tres enormes vacas bajando un monte hacia nosotros a toda velocidad. ¡Qué susto! Todos gritamos y salimos corriendo. Acto seguido empezamos a reírnos. Sin parar. Esa risa le dio el punto a mi experiencia. Comprendí que no estaba ahí para enseñar, si no para aprender y compartir.
El proyecto está sustentado económicamente por los beneficios del Hostel ‘La Caja Mágica’-construido por coordinadores del proyecto- que como bien dice su nombre, es un lugar meramente mágico. Una vez pasada la puerta, ya formas parte de una familia de voluntarios llenos de energía y ambición. Se encuentra en pleno barrio de San Blas, en la ciudad de Cusco, tras la enorme cuesta arriba que nace de la calle del Triunfo. Tal era la cuesta que no es difícil recordar el sonido del timbre de ‘La Caja’ y acto seguido las toses de asfixio de quien entraba (culpa también del mal de altura y de la bronquitis que nos perseguía a todos). Las instalaciones son modestas, tiene un patio al aire libre perfecto para descansar y unas vistas maravillosas de toda la ciudad Sagrada. Cada jueves se realiza una cena para todos los voluntarios. Nunca olvidaré el cocido madrileño que realizamos para dar de comer a 30 bocas, ¡buenísimo!. Ni falta que hace hablar de los viajes de fin de semana o de las salidas nocturnas, (somos voluntarios, sí, pero también queremos divertirnos). Los que se hospedaban junto a mí en el hostel, se convirtieron durante un mes en mis compañeros de vida.
En general fue una experiencia preciosa, de enriquecimiento cultural y personal. Una forma de ver el mundo con otros ojos, sin barreras y con tolerancia y respeto. Un viaje de contrastes y de fortalecimiento. Un lavado de cerebro.
Niños, niñas y voluntarios de Cooperar Perú: ¡Gracias!.
Que bonito texto Laura. Sin duda una grandisima experiencia!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es una experiencia hermosa te esperamos en México ✌🏻️🇲🇽✌🏻
Me gustaMe gusta
Me encantaría viajar allá!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Si aquí te esperamos 🙌🏼🙌🏼🙌🏼🙌🏼🙌🏼🙌🏼🙌🏼🇲🇽🇲🇽🇲🇽🇲🇽🇲🇽🇲🇽
Me gustaMe gusta
Me ha emocionado tu experiencia en Perú. Estuve en Bolivia y Perú hace 25 años y estaba tal cual lo has conocido tú. Me encantaría volver y participar en un proyecto como ese. Gracias por compartirlo y hacer crecer nuevas mariposas en mi estómago.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias a ti por tus palabras. La verdad es que la experiencia emociona a cualquiera. A mí también me encantaría volver a participar, gracias de nuevo!
Me gustaMe gusta