Comenzaba nuestro segundo día y ya sabíamos que este viaje iba a ser especialmente bonito. Habíamos tenido un primer día demasiado perfecto y las expectativas estaban muy altas… ¿tendremos la misma sensación al finalizar este día?

Lengua glaciar Solheimajökull
Nos despertamos con una resaca terrible de euforia: la aurora boreal nos había dejado completamente K.O. y yo no podía dejar de pensar en aquel espectáculo. Pronto nos acordamos de que estábamos enfrente de Skógafoss y decidimos ponernos manos a la obra. Este es el recorrido que realizamos durante este día hasta llegar al apartadero en el que dormiríamos esa noche (la última ubicación):
PLAYAS Y PAISAJES DEL SUR
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SKÓGAFOSS
Antes de desayunar, preferimos aprovechar las primeras horas del día (sin gente) para ver bien Skógafoss y subir hasta la parte de arriba. Lo malo de estas horas es que no se puede ver el famoso arcoiris que cruza toda la cascada porque aún no la llegan los primeros rayos de sol. A la derecha de la cascada hay unas escaleras que suben a la parte de arriba, desde ahí pudimos ver el río que forma esta maravilla, aunque no es tan alucinante como la cascada.

Skógafoss
Tuvimos un momento de tensión cuando desde el mirador que se encuentra en lo alto de las escaleras vimos como una persona se acercaba a nuestra furgoneta y se asomaba a la ventana. Enseguida nos dimos cuenta de que sería la chica del camping que iba a cobrarnos. Media hora más tarde, nos pusimos a desayunar tranquilamente y apareció de nuevo aquella chica que vimos desde lo alto: venía a cobrarnos el camping. La noche anterior no había nadie en el camping y fue sobre las 9 y algo de la mañana cuando apareció la primera persona para cobrarnos la noche. Fue nuestra primera y última noche en un camping: ¿para qué íbamos a pagar si podíamos dormir gratis y legalmente en los apartaderos? Aún así tenemos muy claro que mereció la pena este camping, pues de no haber venido a dormir aquí quizá no hubiéramos visto la Aurora Boreal.
Después de tomarnos el comienzo del día con calma, nos toca empezar a rodar y a hacer kilómetros.
2. Avión estrellado
Cogemos la Ring Road en dirección al famoso avión estrellado con más miedo que otra cosa. Habíamos leído que siempre estaba a rebosar de turistas (este es nuestro miedo típico viajando) y, la verdad, nos apetecía estar solos todo el rato. El día anterior nos habíamos malacostumbrado a ello. No sé por qué, pero estamos cogiendo cada vez más fobia al turismo de masas, sobre todo cuando aparece el típico autobús turista abarrotado de gente que inunda todo el lugar, habla en voz alta y no respeta el espacio. Pero bueno, al final, nosotros también somos turistas, ¿no?.

Avión estrellado
Para llegar hasta el avión estrellado, hay que ir por la carretera circular hasta llegar a un apartadero sin señalizar en el que tendrás que dejar el coche para continuar caminando hasta el avión. Puedes poner esto en el google maps: Sólheimasandur Parking, si no lo encontráis así, este parking se encuentra en el lado derecho de la carretera, un par de kilómetros después del desvío a Sholheimajoküll (que visitaremos después).

Camino hacia el Avión estrellado
Tras caminar 3 km, en llano, con un paisaje de otro planeta, llegamos al avión estrellado y para nuestra sorpresa lo encontramos completamente a solas. Es un lugar muy curioso puesto que este avión militar está ahí por un accidente: en el año 1973 se estrelló y todos los pasajeros sobrevivieron. Actualmente el avión continúa en el sitio en el que «aterrizó». Este fue otro de nuestros momentos top de Islandia.

Avión estrellado
La vuelta al coche fue un poco más complicada, el viento soplaba intensamente y en nuestra contra, así que el recorrido se convirtió en una lucha contra el aire. Nos cruzamos con varias personas que iban a ver el avión y nos dimos cuenta de que la suerte había estado, una vez más, de nuestra parte :).
3. Lengua glaciar Solheimajökull
Retrocediento unos pocos kilómetros hacia atrás, se encuentra el desvío de la Ring Road (señalizado) para coger la carretera que te lleva hasta esta lengua glaciar. Tras varios minutos conduciendo por una carretera en buen estado y serpenteante, aparecimos en el parking.

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Era la primera vez que veíamos un glaciar y la verdad es que nos sorprendió muchísimo. Tanto, que decidimos plantarnos los crampones y perseguir a los grupos con guía que estaban haciendo la excursión que cuesta un riñón y desgraciadamente nos tuvimos que ahorrar. No estuvimos mucho tiempo detrás de ellos porque era bastante sospechoso je je, pero pudimos alucinar completamente. Más tarde descubriríamos otras lenguas glaciares aún más impresionantes.
4. Dyrholaey
Nuevamente nos ponemos en marcha por la ring road y paramos en un apartadero para cocinar unos macarrones para comer. Un dato importante es que el camping gaz y el viento no se llevan bien, así que no nos quedó más remedio que hacer un apaño con las puertas de la furgo como cortavientos para que el cazo con agua cociese de una vez. Sabíamos desde el principio que este día sería bastante sencillo, todas las localizaciones se encontraban al lado de la R1, no había pérdida y las distancias no eran muy largas.
Nuestro siguiente destino eran las playas de Vik, empezando por Dyrholaey. Llegábamos a esta zona con la seguridad de que nos diese tiempo de sobra a verla tranquilamente, a seguir con la ruta y disfrutar, más adelante, del eterno atardecer. No fue difícil conseguirlo puesto que estas playas se encuentran muy cercanas unas de otras. Dejamos el coche en el parking de entrada de Dyrholaey, y en menos de un minuto ya estamos observado desde lo alto los 3 troles de fondo, playas de arena negra y sus enormes acantilados.

Playas de arena negra de Vik con los 3 troles de fondo
Para llegar a este punto basta con poner en el maps «Dyrholaey», pero os voy a explicar algo: para llegar hasta el mirador y obtener las vistas que os comentaba anteriormente, tendrás que coger la carretera 218 desde la R1. Ésta se desviará en dos, si coges el desvío de la derecha, llegarás hasta lo que aparece en la foto anterior. Sin embargo, si coges el de la izquierda, llegarás hasta el faro, desde donde tendrás estas otras dos preciosas vistas:

Vistas desde el faro de Dyrholaey

Vistas desde el otro lado del faro de Dyrholaey
Nosotros íbamos con furgoneta y al ver que la subida (el desvío de la derecha) era de arena y gravilla y que había una señal que sólo permitía entrar a todo-terrenos, decidimos hacerlo caminando por un sendero que sale del parking del desvío que se encontraba a la izquierda. Es 1 km y medio, cuesta arriba; una pequeña paliza que os podéis ahorrar si lo subís en coche ;).
5. Reynisfjara Beach
Es el turno de la famosa playa con columnas de basalto, arena negra y las mejores vistas a los tres troles. Llegar es tan sencillo como poner la ubicación en el maps: »Reynisfjara Beach». Antes de llegar hasta aquí, hicimos una parada para ver la iglesia que hay antes de llegar.
No hace falta que os cuente lo impresionante que es ver esta zona al atardecer: la hora dorada se mezcla con la humedad del mar y se crea una postal única diga de admirar.

Atardecer en Reynisfjara
La pared de columnas de basalto estaba completamente llena de gente. Y no me extraña, todos nos quedamos igual de petrificados cuando la vemos, es una estampa de lo más llamativa. Estas formas tan originales son una especie de columnas verticales que se crean cuando se fractura la roca durante el enfriamiento de lava basáltica. Un peculiar panorama que se suele ver en los lugares y paisajes volcánicos.

Columnas de basalto
6. VÍK Í MYRDAL
El pueblo de Vik no tiene nada especial que visitar salvo la iglesia que, como en todos los pueblos y ciudades de Islandia, es el centro icónico del lugar. Decidimos tomarnos una cocacola cada uno en un bar en el que no había wifi y en el que nos cobraron 400 kr.

Iglesia de Vík con nuestra furgo de fondo
Tocaba buscar un sitio para dormir así que, ya de noche, seguimos avanzando con la furgo por la Ring Road hasta encontrar un apartadero. Enseguida vimos uno que nos gustó: había un espacio muy amplio, estaba alejado de la carretera (se escuchaban poco los coches que pasaban) y parecía que una montaña nos resguardaba del viento. Si os interesa saber donde dormimos, podéis poner en el google maps esto: 9cm3c4pv+w2 y os aparecerá la ubicación exacta. Esa noche había un cielo inmensamente despejado y la posibilidad de ver las auroras boreales era bastante alta.
Y ahí estaba, encima de nosotros una vez más. Pero esta vez no se había vestido con su traje verde, solo lucía un blanco brillante, ocupaba todo el cielo acompañada de sus más estilosas ramificaciones y se movía con elegancia. Una hora después, tras varios atisbos de colorearse de verde, decidió marcharse.
Dormimos en medio de la nada y completamente a solas.
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