Posiblemente, es el momento culminante de un recorrido por el Perú. Elegir la forma de llegada es importante ya que según el medio que decidamos el presupuesto se ajustará más o menos a nuestro bolsillo (y la experiencia a nuestra memoria). La opción que elegimos fue hacer por libre parte del recorrido andando. Esta opción consiste en llegar en minivan hasta la central de Hidroeléctricas. El boleto se puede conseguir en cualquier agencia (importante regatear, yo pagué 50 soles i/v). El camino comprende 7 horas de viaje desde Cusco por carreteras que bordean y atraviesan Los Andes. Se pueden apreciar las enormes montañas que acompañan al río Urubamba en su ruta, así como el cañón que lleva el mismo nombre, con su imponente pico Verónica. También se observa perfectamente un cambio de clima y vegetación, pasando de la sierra profunda a la selva, con su correspondiente clima subtropical. Las carreteras son de vértigo, sobre todo a partir de bajar el puerto del cañón Urubamba, donde empiezan a surgir los tonos más verdosos entre las montañas. Una vez en ese punto del viaje, esperan unas dos horas de camino de tierra por un desfiladero estrecho, sin quitamiedos y sobre todo profundo.
Estando ya en Hidroeléctricas, comienza la caminata hasta Aguas Calientes siguiendo unas vías de tren. Recorrido precioso y fácil. La altura es de unos 2.000 y pocos msnm, por lo que no hay fatigas por el oxígeno y, además, ¡todo el camino es llano!. Sumando las 7horas de la minivan, y las dos o tres horas de trek hasta Aguascalientes (en función de las fotos que tomes), la hora de llegada al destino coincide con la noche, por lo que es necesario dormir en Aguascalientes.
Lo habitual es tomar un autobús en dicho pueblo para subir hasta las Ruinas. Pero creo que, sin duda, la opción más bonita es subir hasta arriba andando. Para ello lo mejor es salir a las 4 am. Sí, de noche, bien abrigado, con una cómoda mochila para ir guardando la ropa que sobra para poder llegar arriba al amanecer. Escalones tras escalones, cuyas formas son bastante deformes e incómodas, se alcanza la cima tras casi 3 horas (para los que son como yo) con una felicidad incansable.
Observar el paisaje desde lo alto de las ruinas es casi más impresionante que dichas ruinas. Los amaneceres no son los que tenemos establecidos con colores naranjas y rojos. Son mejores. El sol se esconde tras las montañas y los rayos atraviesan los recovecos de éstas, formando un espectáculo digno de admirar. La sensación de paz de la que todo el mundo habla en este lugar es completamente real.
Conseguir entradas para subir Waynapichu es complicado, pues se agotan enseguida y solo las consiguen quien prepara su viaje a Machupichu 4 meses antes. Las entradas a las ruinas no se agotan. Se pueden comprar en los establecimientos oficiales de Cusco y en agencias, aunque estas últimas te ofrecerán el típico paquete de pase + transporte + multiaventura, etc.
La historia cuenta que fue la residencia del noveno Inca, Pachacútec, y un santuario ceremonial de los Incas. Aunque su origen es incierto, según las investigaciones y su estratégica localización también pudo haber servido de fortaleza. Hiram Bingham fue el estadounidense que lo redescubrió y se encargó de enseñar al mundo esta maravillosa ciudadela. Guiado por dos peruanos, allá por el año 1911 llegó hasta Machupichu y encontró a dos familias de campesinos viviendo allí. Estos datos nos cuentan la importancia de que este Santuario Histórico no fue un descubrimiento en sí realizado por Bingham, sino una manera de enseñarlo al mundo y de abrir investigaciones sobre su origen y funcionalidad en aquellas épocas. Sin duda, la preciosa ciudadela se lleva de regalo dos títulos: es Patrimonio de la Humanidad según la Unesco y una de Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.
Una vez en el interior del Santuario Histórico de Machupichu, queda a tu elección lo que quieras hacer: contratar un guía que te explique la historia, recorrer la ciudadela por tu cuenta, caminar hasta el puente Inca o tumbarte sobre las terrazas para admirar el inmenso monumento y la naturaleza que lo rodea.
Ya sólo queda disfrutarlo.
Laura.
Ojalá algún día podamos visitar Machupichu, y seguro que lo haremos por libre. Gracias por la info 😄
Un saludo
Ander y Eider @rumboalasantipodas
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