Déjame que te hable Chaouen. Déjame que te cuente por qué este pueblo enamora a todo el mundo de manera incondicional.
No había pasado más de un día desde el nuevo año 2019 y ya podía augurar que comenzarlo en el norte de Marruecos sería todo un acierto. Aquel pueblo azul que aparecía en las fotos del album del 99 me había dado pistas de lo que enganchaba a todo el mundo en Chaouen. Ahí estaba yo, poniendo cara de circunstancia junto a mi hermano con una puerta azul de fondo. Esa imagen la he recordado siempre, nunca he conseguido averiguar si era por la foto en sí o porque fue uno de los recuerdos más bonitos que me había llevado de aquel viaje a Marruecos. Aquel viaje que mi familia quiso hacer en pleno agosto en el que yo sólo deseaba que mis padres no me cambiaran por un camello.
No hacía falta tirar mucho de la cuerda para que me apuntara a este pequeño periplo junto a 3 buenos amigos. Sabía que pasar 4 días en La Perla Azul iba a ser todo un acierto.
DE CUANDO VOLVÍ A CHEFCHAOUEN
Allí estábamos el primer día, nada más aterrizar en el aeropuerto de Tanger, discutiendo con una mujer que ya quería cobrarnos más por el coche de alquiler. Desde luego que hay que estar a la retaguardia en Marruecos: uno nunca sabe cuando se la van a meter doblada. La cosa es que en Chaouen, no me preguntes por qué, no tuvimos esa sensación de acoso de la que la gente hablaba. Mini punto para el pueblo azulado.
Aquellos días en el pueblo azul fueron para perderse. Yo nuna llegué a entender sus calles entrelazadas, giraba dos esquinas y ya no sabía volver a casa. Era como estar en un laberinto con mil salidas a un cuento de hadas. Qué feliz soy cuando no me encuentro, cuando no conozco dónde estoy y sé que perderme es un acierto. Eso es porque estoy descubriendo un mundo nuevo y recogiendo toda la información que entra de golpe por mi vista y mi olfato.
Pasaban las horas e incluso los días y nuestros pies siempre aterrizaban en la plaza principal, (y en los puestos de mochilas de cuero). Comer con el sol en la cara, tomar un te, charlar con los de la mesa de al lado. Eso era suficiente para saber que ese lugar nos hacía felices.
Había momentos en los que descubríamos calles nuevas y jugábamos a ‘a ver quién llega antes’. Había momentos en los que nos salíamos de la medina. Conocimos su mercado, su gente, su verdadera personalidad. Cuando volvíamos al pueblo azul nos parecía ver duendes. Los gatos los seguían muy de cerca y curiosos los observábamos. Puertas, alfombras, saludos a desconocidos y la montaña, que siempre asomaba en los lugares más altos.
Durante aquellos días en Chaouen no quisimos perdernos el atardecer. Caminamos hasta donde todo turista llega, se sienta y observa. Paramos, respiramos e nos hicimos hueco esperando el espectáculo que desafortunadamente nunca llegó como esperábamos. El tema era que a Chaouen no se va a ver el atardecer, se va a dejarse llevar por el aroma a cuero, a pintura y a hachis. Ese vacío legal que tan feliz hace a tantos…
Conocimos todas sus terrazas y nos inventamos un sin fin de miradores. Nos contamos historias y nos reímos sin parar. La compañía, el pueblo azul, la magia en sus calles. Sus gatos misteriosos y los encapuchados. El escenario perfecto para esbozar, cuanto menos, una tierna sonrisa.
DÉJAME RECOMENDARTE ALGUNAS COSAS
- Prueba la comida de todos los restaurantes de la plaza.
- También el desayuno.
- Investiga las terrazas y azoteas, donde menos te lo esperas descubrirás vistas de infarto. Y tómate un te.
- No uses el gps ni los mapas, sólo descubre.
- Alójate en un hotel o hostel céntrico y no te aprendas su dirección, ya te apañarás para llegar.
- Habla con los lugareños, son encantadores. Y tómate un té con ellos.
- Admira la artesanía marroquí. Sus colores son preciosos y no me seas, compra algo regateando con respeto.
- Compra polvos de pintura, todo el mundo lo hace. Yo no los he usado aún pero el día que pinte la pared seguro que queda de maravilla.
- Busca el famoso patio azul y hazte una foto sirviendo el té.
- Fotografía cada esquina, cada calle, cada gato. Es un lúgar único.
- Busca la tienda de jabones más bonita del mundo.
GRACIAS POR VIAJAR CONMIGO A CHEFCHAOUEN ♥
Texto: Laura González
Fotografía: Jesús Hernán
Edición: Laura González