Con este título bien entonado y con fuerte vibrato comienzan siempre mis pensamientos sobre esta ciudad: «Valparaíso de mi amoooooooor», el lema de una canción de Lucho Barrios enamorada de sus múltiples colores, puertos y cerros. Y no es para menos, pues todos consideran a esta enorme belleza la joya del Pacífico. ¿A caso no se lo merece esta estampa? Podría haber sido sacada de un cuento de fantasías de colores.

En este artículo el propósito es enamorarte y contagiarte de esa sensación marina y colorida que te envolverá durante tu viaje (entre otras cosas). Ni mucho menos quiero enseñarte una ruta ni los lugares más típicos. No merece la pena adelantarse a lo que será uno de los mayores descubrimientos de tu viaje.

Así que, si aún sigues leyéndome, acomódate bien, imagina una brisa marina cálida y prepara el alma para lo que viene ahora.

BIENVENIDO A VALPARAÍSO

DÉJATE LLEVAR POR SUS CUESTAS

No hace falta que diga que lo mejor de esta ciudad es pasear y perderse por sus numerosos cerros y callejones. Sí, perderse. No te preocupes, te aseguro que encontrarás los rincones más famosos e instagrameables. Nada de coger un mapa y crear una ruta. En el caso de que lo hagas esta ciudad se enfadará contigo por no dejarla que te sorprenda al completo. Tranquila, de verdad; no te vas a perder nada. Prepárate con ropa cómoda, un buen calzado para caminar y lánzate a las calles y cuestas inmensas de Valparaíso con los ojos bien abiertos porque nada, (y cuando digo nada, es nada) dejará de sorprenderte. Sube hasta arriba, baja, vuelve a subir (ningún camino es en vano) y apréndete de memoria todo lo que vas a observar desde lo alto, te prometo que volverá a tu cabeza una y mil veces aun que hayan pasado los días.

SUS PAREDES HABLAN

No es nuevo que se conozca a Valparaíso con el pseudónimo de ‘Museo al aire libre’, hasta uno de los tours más famosos de la ciudad (el llamado Museo a cielo abierto) te enseña la parte artística más urbanita y callejera acompañada de una dulce historia llena de libertad y esmero. Te darás cuenta de que el arte urbano no sólo es una protesta social que decora hasta las calles menos conocidas; en este caso, da voz a callejones y fachadas e incluso a veces, se convierte en el protagonista de todo lo observable desde los miradores más concurridos de Valparaíso. Evidentemente se merece este egocentrismo. Ten mucho cuidado, sus grafitis enganchan ya que por un momento, pensarás que están ahí tratando de comunicarse contigo. Sin duda, Valparaíso fue lugar de inspiración (y de vivienda) para Neruda e indiscutiblemente se lleva el título de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

DULCE DECADENCIA

Uno de los primeros contactos con la ciudad me llevó ligeramente a La Habana*. No sé exactamente qué fue, pero dos de los detonantes estaban claros: el aroma marino y su decadencia. Fue entonces cuando un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y erizó mi piel: La Habana es una de mis ciudades favoritas y esto hizo que desde el principio sintiera que con Valparaíso iba a pasar lo mismo.

*Nota: La Habana y Valparaíso no tienen nada que ver, sólo una pequeña sensación me llevó a compararlas con mucho cariño.

Podrás comprobar cómo tanto en la zona más central y cercana al puerto y sobre los distintos cerros, los edificios muestran los colores que lucían hace décadas y cómo sus grietas van dotándoles de más encanto con el tiempo. Entre otras cosas, puedes descubrir esta sensación de antigüedad subiendo en el ascensor decimonónico de Concepción- su chasquido te sobrecogerá sutilmente.

Recorre todo Valparaíso y sobre todo saboréalo emocionalmente observando su particular arquitectura y el mar desde sus numerosos cerros; descubrirás ese eterno sabor a Pacífico que aliñará para siempre tu imagen de esta tan hermosa ciudad.